Sobre el Arte de la Guerra
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- 20/08/11 a las 10:35 AM (1444 Visitas)
En conversaciones con una amiga, hablábamos sobre el fortalecer capacidades en aspectos de liderazgo, trabajo en equipo, planeamiento estratégico y otros aspectos como una necesidad de contar con personas proclives a un cambio, a dar mas de si, a comprometerse con el trabajo y el desarrollo de las personas.
Le comentaba que utilizar parábolas en los talleres permite, de una manera clara y precisa, dar mensajes que sean fácilmente interiorizados por la mayoría de participantes.
Muchas veces cuando estamos al frente de una organización, de una institución o simplemente de la familia damos una “idea” sin mayor explicación y creemos que todos “entienden” hacia donde queremos llegar o incluso a veces no decimos nada y creemos que todos saben donde ir y cual es la visión; obviamente los resultados no son los esperados y buscamos culpables y es probable que el único culpable sean los que estamos al mando.
En los Programas de Fortalecimiento de Capacidades en Gestión de Recursos Hídricos que realizamos desde hace un tiempo, para resaltar este aspecto narro una historia tomada del Arte de la Guerra de Sun Tzu, y que ahora comparto con los amigos de GSAGUA, con el fin de que también lo puedan hacer suyo.
Sun Tzu, nacido en Ch´i, logró con su obra el arte de la guerra una audiencia con Ho – Lu, Rey de Wu.
Sun Tzu en el Arte de la Guerra
Ho – Lu dijo: “He leído tus trece capítulos, Señor, en su totalidad. ¿Puedes hacer una pequeña demostración sobre dirección de movimiento de tropas?”
Sun Tzu replicó: “Si puedo”
Ho – Lu preguntó: “¿Puedes hacer esa prueba empleando mujeres?”
Sun Tzu dijo: “Si”
El Rey, entonces, hizo enviar al palacio ciento ochenta hermosas mujeres
Sun Tzu las dividió en dos compañías y puso a las dos concubinas favoritas del Rey al mando de cada una. Las instruyo sobre el uso de las alabardas[1]. Después les pregunto: “¿Sabéis donde está el corazón, y dónde la mano derecha y la izquierda, dónde la espalda?”
Las mujeres dijeron: “Sabemos”
Sun Tzu les dijo: “Cuando yo ordene `frente´, avanzad en la dirección del corazón, cuando diga ´izquierda´, avanzad en la dirección de la mano izquierda, cuando diga ´derecha´ hacia la derecha; cuando diga ´atrás´ retroceded en dirección de vuestras espaldas.”
Las mujeres dijeron: “Hemos entendido”
Una vez enunciadas esas reglas, se aprestaron las armas del verdugo.
Entonces, Sun Tzu repitió las ordenes tres veces y las explico cinco veces, tras de lo cual dio en el tambor la orden de “frente derecha”.
Las mujeres estallaron en carcajadas.
Sun Tzu dijo: “Si las reglas no son claras y las ordenes no han sido bien explicadas, la falta es del comandante.” Entonces, repitió las ordenes tres veces y las explico cinco veces y el tambor dio la señal de marchar hacia la izquierda.
Las mujeres, nuevamente, prorrumpieron en carcajadas.
Sun Tzu dijo: “Si las reglas no son claras y las ordenes no han sido bien explicadas, la falta es del comandante. Pero cuando han sido impartidas claramente y no obedecidas con arreglo a la ley militar, el crimen es de los oficiales.” Entonces, ordenó que las jefas de las filas derecha e izquierda fueran decapitadas.
El Rey Wu, que estaba observando el procedimiento desde su terraza, vio que sus dos amadas concubinas estaban a punto de ser ejecutadas.
Aterrado envió apresuradamente a un ayudante con este mensaje: “Ahora se que el general es capaz de emplear tropas. Sin esas dos concubinas mi alimento mi alimento perdería su dulzura. Es mi deseo que no sean ejecutadas.”
Sun Tzu replicó: “Tu servidor ha sido designado comandante y cuando el comandante está a la cabeza del ejercito, no está obligado a acatar las órdenes del soberano.”
Ordenó, pues, que las dos mujeres que habían dirigido las filas fuesen ejecutadas como ejemplo. Entonces designó en su lugar a las dos que las seguían como jefas de las compañías.
A continuación repitió las señales con el tambor y las mujeres marcharon hacia la izquierda, la derecha, al frente, atrás, se arrodillaron y se levantaron en riguroso cumplimiento del ejercicio prescrito. No osaron hacer el menor ruido.
Sun Tzu envió un mensajero al Rey informándole: “Las tropas están ahora en buen orden. El Rey puede bajar a revisarlas e inspeccionarlas. Pueden ser empleadas como el Rey lo desee e incluso enfrentar cualquier riesgo.”
El Rey de Wu dijo: “El General puede ir a su casa a descansar. No deseo inspeccionarlas.”
Sun Tzu dijo: “Al Rey le gustan solo las palabras vacías. No es capaz de llevarlas a la práctica.”
Ho – Lu apreció entonces la capacidad de Sun Tzu como comandante y llegado el momento lo nombró general. Sun Tzu derrotó al fuerte Estado de Ch´u en el este y entró en Ying; al norte, logró que le obedecieran Ch´i y Chin.
[1] Arma formada por un asta de madera cuya punta está cruzada por una cuchilla transversal, aguda por un lado y en figura de media luna por el otro