La bestialidad de invadir subrepticiamente las Líneas de Nasca hizo que Greenpeace pasara de ser una institución ambientalista respetada, a una banda de delincuentes miserables. A ese respecto, ¡qué débil la respuesta de nuestras autoridades! Más aún, ¿cómo interpretar el silencio indolente de los conferencistas de la COP20? Es evidente que para algunos ambientalistas existe la doble vara: una blandengue y tolerante para instituciones como Greenpeace, y otra firme y sancionadora para el público ...