Ica jamás habría logrado el nivel productivo que ostenta, sin el aporte laborioso de los miles de migrantes de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y otras partes de la sierra. Pero las autoridades iqueñas, o sea el Estado, no han hecho nada para acoger con un mínimo de dignidad a estos abnegados compatriotas que dejan todo –familia, hogar y entorno– para venir a Ica a trabajar. Efectivamente, el proceso de asentamiento de los migrantes andinos es, por demás, traumático e inhumano. Invaden un arenal, ...