La corrupción en Ica es un cáncer que nos está matando. El modelo económico funciona bien, tanto que la inversión privada ha generado mucho trabajo, la producción ha subido mucho, y –consecuentemente– la tributación también. El problema está en los que administran los tributos que pagamos los iqueños; es decir, en el Gobierno Regional y en las municipalidades provinciales y distritales. Es increíble. La gente pide agua potable, pero las autoridades hacen piletas sin agua. En vez de escuelas, construyen monumentos. En vez de centros de salud, construyen palacios municipales. En vez de seguridad, le dan la espalda a la Policía. Y todo por la pura corrupción. La prioridad está en la coima. En Ica hay autoridades que venden puestos de trabajo. Inflan presupuestos y sustentan gastos con facturas falsas. No hay alternativa, en Ica hay que declararle la guerra a los corruptos.

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